viernes, 6 de enero de 2012
Recuerda que naciste de mi deseo como estrella rota.
Desde el vació del mundo, en mi interior,
bajo las ruinas de mi pequeño cielo.
Extrañarte tanto es imposible. Te imagino
entre arboles y pequeñas constelaciones de ti,
de tus ojos; nadie quiere estar solo.
Me engaño al pensarte entre soledades;
el mundo no necesita una mano ni dos caricias,
que no necesita de un beso,
ni mucho menos se escribe en versos.
Chasqueo, no me reconozco en el espejo;
miraba horas y horas mi reflejo,
esperando que me hablará, que dijera algo,
solo te construyes por años para derrumbarte en unos ojos,
que te hundes, despacio, para nacer de nuevo y morir después;
como un barquito de papel; que me hundo y nadie me salva,
que me muero y aún no siento.
Te espero tomándome un té de luna con azúcar de lluvia,
con amargas pasiones, y montañas de miel.
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